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Responsabilidad Social
Obra apoyada por itaipu
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05/09/2013

La clínica San Ricardo Pampuri funciona en el predio de la parroquia San Rafael, en Asunción, y junto a otras obras sociales forma parte del proyecto de promoción y salud que impulsa el sacerdote Aldo Trento. Itaipu Binacional, a través de la Asesoría de Responsabilidad Social, apoyó dicho emprendimiento para mejorar la dignificación de la vida de los enfermos terminales. Niños y adultos mayores también reciben una atención adecuada.

 

 

Las personas que trabajan en la clínica San Ricardo Pampuri son muy especiales en el sentido humano de la expresión, ya que buscan cotidianamente expresar el aprecio y el respeto a la dignidad del enfermo. Según constató el DIE en un recorrido realizado, en las salas de los enfermos reina la serenidad y la atención diferenciada.

 

“La obra nació con el padre Trento. El no vino con la idea de hacer obras de caridad; la inspiración le surgió a través de la experiencia que tuvo al ser él mismo ayudado por algunos vecinos. Así, se fue dando un vuelco en su vida con el acompañamiento de varios vecinos que querían hacer algo en la comunidad. De hecho, la primera persona que falleció en este lugar era una mujer del vecindario, que recibió nuestro acompañamiento”, explicó Sergio Franco, administrador de la clínica.

 

 

Franco, comentó además que la clínica se inició de un modo muy simple, apenas con dos habitaciones y sin médicos. “La clínica se abrió un 1º de mayo de 2004”, precisó el profesional, que acompaña cotidianamente el funcionamiento del centro, dialogando personalmente con los enfermos.
El objetivo más profundo de la clínica es recuperar la dignidad de las personas. “Se le acompaña al enfermo hasta el último día de su vida”, enfatizó Franco, confesando al mismo tiempo, que su convicción está impregnada de valores humanos y sobre todo de la fe religiosa.

Las personas que necesitan de radioterapia o quimioterapia son trasladadas a Areguá para recibir los procedimientos adecuados; posteriormente regresan a la clínica. “Aquí los enfermos están internados y reciben el acompañamiento necesario”, destacó Franco.

“Más apoyo para infraestructura”

Actualmente, la clínica cuenta con 32 enfermos internados, distribuidos en dos pisos del edificio, afectados por diversas dolencias como cáncer y VIH/SIDA. También se encuentran niños y adultos mayores. “Existen 44 camas, pero que no están ocupadas en su totalidad debido a que el tercer piso carece de financiamiento para funcionar. Necesitamos apoyo económico para el pago de personal, insumos y mantenimiento”, enfatizó Franco en forma realista, para ilustrar sobre la necesidad de conseguir más apoyo y así cumplir con la misión que tiene el centro.

El amor de un cura

 

 Padre Aldo Trento

Detrás de la clínica para enfermos terminales San Ricardo Pampuri, la escuela Pa’i Alberto, el Centro de Ayuda a la Vida, así como la Casita de Belén, una granja para enfermos de sida y un hogar que alberga a niños, está la figura del padre Aldo Trento, quién llegó a Paraguay procedente de Italia, hace unos 20 años.

El pa’i Trento es cura párroco de la parroquia San Rafael, en Asunción. “Dios decide el destino de la gente. Siempre tuve una educación de amor a los pobres, porque yo fui pobre. No teníamos ni qué comer”, había dicho en una ocasión a un periodista.

En reconocimiento a su labor a favor de las personas necesitadas, la Junta Municipal de Asunción le otorgó en el 2008, la distinción de Ciudadano Ilustre.

Apoyo de Itaipu

 

La obra maravillosa que se materializa en una clínica de primer nivel, es producto de un apoyo sostenido de Itaipu. A través de dos convenios -en 2009 y 2013- se pudo llegar a culminar el centro y dotarlo del equipamiento correspondiente.

Con el convenio del 2009 se llevó a cabo la construcción edilicia, aberturas exteriores e interiores, instalaciones eléctricas, equipamientos de aire acondicionado y otras obras.

La descripción del apoyo realizado en el 2013 especifica que fueron financiadas la compra de muebles, blanquería, cocina centralizada y satélites, informática, equipamiento de baños, prevención de incendios, equipamiento médico.

“El trabajo me llegó mucho”

 

Natalia Montiel

Detrás de una obra transformadora, indudablemente se encuentran los inspiradores y los técnicos que también hacen una experiencia humana de acercamiento a otras personas para facilitar la calidad de vida.

Para conocer otros aspectos del proyecto, conversamos con Natalia Montiel, quien se desempeña como gestora de convenios en el área de Responsabilidad Social de Itaipu. “Ya culminó el proyecto y personalmente puedo manifestar que el trabajo fue muy satisfactorio. Con esta obra se demuestra que Itaipu cumplió con las personas más necesitadas. Este trabajo me marcó muchísimo”, confesó Montiel.

“Un Abrazo a abandonados, pobres y enfermos”

 

Juan Carlos Duré

Juan Carlos Duré, también del área de Responsabilidad Social de la entidad, ofreció también el testimonio de su experiencia con este emprendimiento.

“Me encargué del nombramiento de la gestora y el acompañamiento desde el inicio del proyecto. Quiero destacar la importancia del “abrazo” como un componente humano que se ofrece a las personas desamparadas, sin hacer discriminaciones. En la clínica están dos niños con hidrocefalia, que fueron adoptados por el padre Trento. También están los adultos mayores, que son acompañados hasta el día de su muerte. El abrazo, simboliza la atención a personas que están desamparadas, enfermas y pobres”, explicó Duré.

Duré señaló que la clínica San Rafael también tiene un impacto indirecto, ya que para la adquisición los muebles, se recurrió a la Asociación Virgen de Caacupé, con sede en Itauguá. Este centro ofrece la oportunidad a jóvenes que cometieron delitos para reinsertarse en la sociedad por medio del aprendizaje de una profesión.

Es imposible hablar del padre Trento sin mencionar las maravillosas obras que surgen de la experiencia de un ser humano que -en primer lugar- ha realizado un profundo cambio de vida, para situarse en el lugar límite de la vida, allí donde se mezclan el dolor y la enfermedad, pero con la esperanza de que siempre es posible salir adelante y mirar de otro modo, tanto la historia personal como social.