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Responsabilidad Social
Barrio San Francisco: ver para creer
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01/06/2016

En el futuro barrio San Francisco, en medio de las actividades de limpieza, compactación y marcación de terrenos, a la espera de la aprobación de los planos de construcción y el correspondiente permiso de inicio de obras; un grupo de damnificados fue hasta el lugar. Algunos de ellos contaron sus historias de cómo corrieron del agua, con lo poco que tenían.

¿Será cierto? ¿O es una promesa más de las tantas que hubo y fueron esfumándose con el tiempo? La duda y el constante devenir de la ilusión y la falta de esperanza hacia el sistema, hizo que unas familias damnificadas, que viven en la zona Refugio de Zeballos Cué, fueran hasta el futuro predio del barrio San Francisco, como buscando respuestas a sus necesidades.

Al llegar al lugar, los niños comenzaron a correr, libres y felices, porque donde actualmente viven están hacinados y vedados del derecho a la sana diversión y a un ambiente saludable. En tanto, las madres se quedaron mirando el extenso predio.

¿Koápe pico ojejapóta la ógakuéra? (¿Aquí se van a construir las casas?), preguntó una señora, con un hijo pequeño colgado de su cintura y en sus ojos se notaba una chispa de ilusión de poder llegar algún día a tener una casa propia, lejos del agua. Un techo que los proteja de los días de lluvia y frío.

Sixta Cardozo.

Sixta Cardozo, madre de 9 hijos, lleva viviendo dos años en uno de los refugios de Zeballos Cué y no pudo volver a su casa, que se encuentra ubicada cerca de la ribera del río Paraguay (barrio Santa Rosa, Trinidad), ante la inestabilidad de las condiciones climáticas.

“Nunca más pude ir a mi casa. Porque, por más que baje el río, cuando apenas llueve nos vuelve a alcanzar el agua. Además, el lugar está lleno de barro y suciedad. A veces ya soñamos con tener una casa propia, para no estar mudándonos cada año”, contó Sixta.

En varias oportunidades recordó que sus pocos muebles quedaron destruidos y otras veces fueron dejados en el lugar, porque no había espacio para ser llevados. También recordó la cantidad de animales que no pudieron ser rescatados a tiempo de la inundación. “En el refugio vivimos pegados unos con otros, no hay espacio. Pero gracias a Dios, siempre estamos recibiendo ayuda. Ahora hace frío y como pobres, estamos aguantando, ¿qué vamos a hacer? Los pobres sabemos sufrir”, afirmó.

Para doña Sixta, su máximo sueño es tener una casa propia. Ya sea en el proyecto del Barrio San Francisco o de algún otro proyecto que brinde la oportunidad de obtener una vivienda social.

No fue fácil

Dayana Fernández.

Dayana Fernández lleva 6 meses viviendo en el refugio con su madre. Es jovencita, pero vivió lo suficiente para conocer el amargo sabor de ser desplazada por la crecida. “Al comienzo no fue fácil adaptarse en el refugio, porque todo es diferente. No es como vivir en tu propia casa”, comentó.

Recordó que hasta el último resistieron mudarse. Cuando comenzó la crecida, el agua estaba detrás misma de su casa. “Pensamos que no nos iba a alcanzar. Al día siguiente, amanecimos en el agua y apúrope nos mudamos. Re mal uno se siente cuando te pasan estas cosas”, afirmó la joven, que vive con su mamá, un hermanito y con la ausencia de la figura paterna.

Dayana sueña que su familia tenga una casa digna. Su situación no es fácil, ya que a su mamá le diagnosticaron una delicada enfermedad. “Estás casas son un sueño para nosotros. Ojalá que se dé”, concluyó.

Ambiente sano

Julio César Martínez.

Julio César Martínez vive hace dos años en el refugio y por más que quiera mudarse a su antigua casa, simplemente le es imposible. “Vivir en el Bajo es un desastre. Con dos días de lluvia ya nos agarra el agua, porque la zona es muy baja y ni hablar del barro que hay en el lugar”, contó.

Opinó que el proyecto San Francisco es una esperanza para muchas familias. “Nosotros vinimos ahora a mirar el lugar, es muy lindo. Estamos al tanto de que hay gente de la política que no quiere que se construya, porque dicen que es zona boscosa, pero es mentira. Nosotros estamos conscientes de cuidar el medio ambiente y no porque somos pobres, nos gusta vivir entre la basura. Todo podemos hacer para mejorar”, concluyó.